miércoles, 17 de septiembre de 2008

ENFERMEDADES MÁS COMUNES DE LA CAVIDAD BUCAL

Caries

La caries es una enfermedad infecciosa multifactorial que se caracteriza por la destrucción de los tejidos duros del diente como consecuencia de una desmineralización provocada por los ácidos que genera la placa bacteriana a partir de los hidratos de carbono de la dieta.
Si no es tratada, tras la destrucción del esmalte ataca a la dentina y alcanza la pulpa dentaria produciendo su inflamación, pulpitis, y posterior necrosis.
El resultado final es la inflamación del área que rodea el ápice o extremo de la raíz, periodontitis apical, pudiendo llegar a ocasionar una celulitis o flemón.
Gingivitis
El cambio cualitativo y cuantitativo de la concentración bacteriana se produce en poco tiempo, es progresivo y afecta significativamente a los componentes del compartimiento superior.
El tejido conectivo de la encía se destruye progresivamente y su lugar es ocupado por un infiltrado inflamatorio formado por leucocitos polimorfonucleares y células plasmáticas.
El epitelio de inserción sufre cambios morfológicos importantes pero se mantiene unido a la superficie del esmalte.
Las fibras supracrestales están parcialmente destruidas pero límite apical se conserva íntegro.
Todos estos cambios se manifiestan clínicamente como una gingivitis.
Periodontitis
Una vez establecida la gingivitis puede mantenerse como tal durante días, meses o años.
Si se trata, la sintomatología desaparece y se restablecen perfectamente las condiciones que existían antes de la enfermedad sin dejar secuelas.
Si no se trata y se eliminan las bacterias, la gingivitis no se cura espontáneamente.
En algunos pacientes se transforma en periodontitis cuando el infiltrado inflamatorio gingival desborda la barrera defensiva formada por las fibras supracrestales.
Este fenómeno se produce por diferentes razones: un aumento de la virulencia bacteriana, alteraciones en las defensas del huésped o disrupción mecánica, intragénica o no, a nivel de la unión dentogingival.
Halitosis
Las causas de la halitosis pueden ser múltiples, desde escasa higiene bucal, hasta enfermedades tan graves como el cáncer de pulmón.
El mal olor de la boca se produce por descomposición bacteriana de restos de alimentos entre los dientes, de saliva, de células de la mucosa oral o de sangre, que produce sustancias volátiles como ácidos grasos simples como el ácido butírico, ácido propiónico, ácido valérico y componentes de sulfurados derivados de las proteínas como la putrescina y cadaverina.
En clínica se observa frecuentemente que una de las causas más comunes de halitosis es la gastritis crónica.
El tratamiento correspondiente alivia o cura este síntoma.
Se llama placa bacteriana a una acumulación heterogénea de una comunidad microbiana variada, aerobia y anaerobia, rodeada por una matriz intercelular de polímeros de origen salival y microbiano.
Estos microorganismos pueden adherirse o depositarse sobre las paredes de las piezas dentarias.
Su presencia puede estar asociada a la salud, pero si los microorganismos consiguen los sustratos necesarios para sobrevivir, y persisten mucho tiempo sobre la superficie dental, pueden organizarse y causar caries, gingivitis o enfermedad periodontal.
Las encías rojas, hinchadas o sangrantes pueden ser las primeras señales de una gingivitis. Si la enfermedad es ignorada, los tejidos que mantienen a los dientes en su lugar pueden comenzar a destruirse y eventualmente se pierden los dientes.
La placa dental difícilmente puede ser vista, a menos que esté teñida. Es de consistencia blanda, mate, color blanco-amarillo. Se forma en pocas horas y no se elimina con agua a presión. Varía de un individuo a otro, siendo también diferente según la localización anatómica. Si esta se calcifica puede dar lugar a la aparición de cálculos o sarro tártaro

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